

Alien y Predator forman parte del imaginario colectivo ochentero, se ganaron un respeto que ahora están dilapidando de manera desmesurada. Puedes enfrentar a Godzilla con Ghidora, a Santo con la Momia Azteca, a Freddy con Jason, porque todos ellos (aunque entrañables) pertenecen a la serie B y los crossover son bien recibidos, incluso se agradecen, pero con dos pesos pesados de Hollywood la cosa cambia. ¿Os imagináis al Padrino contra Scarface?, ¿a Deckard contra Neo?, ¿una carrera entre el Titanic y el Poseidón?. Resulta ridículo, pero si la huelga de guionistas se alarga, no hay que descartar nada.

Alien vs Predator Vs El código da Vinci. Coming soon.
Los padres de esta creación fueron los hermanos Strause, quienes juraron y perjuraron que su obra no tendría nada que ver con AVP y que sería del agrado de todos los fans, pero debían referirse sólo a aquellos menores de quince años. Su acierto, saber combinar los tradicionales animatronics con las técnicas digitales, que para algo son maestros en efectos especiales antes que directores. Ahora vamos con Halloween el origen, que lo estáis deseando.
Rob Zombie, al igual que los Strause, también es un “intruso” en la profesión. Pionero dentro del Metal Industrial desde la fundación de White Zombie, su aventura detrás de las cámaras parecía una excentricidad típica de un músico megalómano, sin embargo, se ha convertido en uno de los realizadores más interesantes del género por varios motivos:
- Es amante del cine por encima de directos, por lo que trata al público con sumo respeto y cuida cada producción hasta el último detalle. Acierta cuando hace guiños, homenajea a los clásicos o recluta viejas glorias en el reparto.
- Es un autor. Escribe sus guiones, produce y dirige. Trabaja de manera casi artesanal, con poca burocracia, y eso se nota en el resultado final, recordando a las cintas de Carpenter, Craven o Hooper que marcaron nuestra infancia.
- Artísticamente es impecable y sabe depurar su técnica hasta el extremo. La violencia es una película de Rob Zombie es incómodamente bella, te molesta pero no puedes dejar de verla. Cuando termina la película piensas “este tipo está enfermo, pero es un genio”. Después de lo alto que ha dejado el listón, no me extraña que Marilyn Manson se haya pensado dos veces eso de dirigir una película.
Reconozco que tenía incertidumbre por ver Halloween. La casa de los 1.000 cadáveres y, especialmente, Los renegados del diablo me fascinaron. En esta Rob no había trabajado con Lions Gate, estaban detrás los hermanos Wenstein (famosos por limitar la creatividad de sus directores y responsables de dividir Grindhouse en dos partes) y la película había triunfado en las salas estadounidenses. Además, nunca fui seguidor de la saga Halloween porque Michael Myers no es tan delirante e imprevisible como Freddy Krugger ni tan brutal y primitivo como Jason Vorheess. A Myers le falta carisma y, honestamente, su origen me importaba un pie.
Zombie supera su tercer asalto y se reafirma como el director más en forma de la nueva hornada. Seguro que Carpenter se sentirá orgulloso de esta nueva entrega, mientras que dudo mucho que Ridley Scott ni tan siquiera haya visto (ni verá) AVP2. Ahí está la diferencia entre una secuela (o precuela) buena y mala: en respetar para ser respetado.