viernes, 24 de agosto de 2007

SONORAMA PART II: Sexo, morcillas y cintas en playback

Aquí regreso con la esperada (por el retraso, no por las expectativas creadas) segunda parte del Sonorama. El sábado comenzó a mediodía, momento ideal para degustar la suculenta gastronomía popular en un carrusel de panceta, chorizo y morcilla (viva el colesterol) hábilmente aderezados con un Ribera del Duero. Sin tiempo para hacer la digestión, marcho rumbo a las piscinas donde me reencuentro con la trouppe madrileña notablemente cansada. Unos porque no pudieron dormir en la tienda por el calor, otros porque buscaron calor en otra tienda y la mayoría porque la jornada del viernes fue muy larga. Un consejo, para disimular las caras resacosas, siempre puedes decir esa frase mítica de los Ramones “somebody put something in my drink”. A veces funciona (como cuando al llegar a casa tus papis te decían que olías a alcohol y decías que era por la colonia nueva, que era muy fuerte).

Al grano. Después de este momento de relax (don’t do it) tiempo de ver en directo a la última adquisición de La Incubadora Records: El Alpinista (no confundir con ese soporífero libro de Paulo Coelho). Su actuación fue breve y ante poco público, pero a todos les sorprendió su versión de “Un ramito de violetas”, que interpretó originalmente Cecilia y popularizó el fallecido Manzanita hace ya unos años. Pegadizos y muy poperos, gustarán a los seguidores de Lori Meyers, Cooper o Fiona May.
Con La Habitación Roja aumentó el goteo de gente, con una energía impropia a esas horas y muy implicados en canciones como “La edad de oro” y, sobre todo, “El eje del mal”, que fue el primer gran momento del día (y para algunos, incluso de todo el festival). Grey demostraron ser muy queridos por esas tierras, nunca les había visto en directo y me llevé una grata sorpresa. Riffs de guitarra muy rockeros, buenas letras y una batería femenina sobrada de actitud (especialmente en el tema “Que me perdones”). Un show con la chispa adecuada para lo que estaba por venir: Nacha Pop.

Una de las comidillas del festival era saber como estaba físicamente Antonio Vega, con comentarios de todo tipo. Algunas quinielas apostaban que no aguantaría el concierto entero, otras que ni siquiera saltaría al escenario y al final nada sucedió, aunque eso sí, de puntualidad inglesa, nada de nada. Con casi una hora de retraso apareció el ínclito Antonio Vega, uno de los mejores letristas del pop español ochentero, acompañado de su inseparable primo, más sobrado de salud pero también más escaso de talento. Poco más de 60 minutos pero con un repertorio correcto, que tuvo su cierre con la archiquemada “La chica de ayer” y su momento más álgido con “Lucha de gigantes” interpretada por el propio Antonio Vega. Habló poco, pero estuvo ingenioso en sus intervenciones. Casi no levantó la mirada del suelo, incluso un pipa tuvo que cambiarle la guitarra eléctrica por una española porque no tenía fuerzas ni para levantarla. Daba igual, Antonio cumplió y la gente así lo reconoció, especialmente los más talluditos que, cual cenicienta cualquiera, se marcharon en cuanto llegó la noche y se perdieron a Second. Mala elección, porque fue un concierto interesante de los murcianos. “On an island”, “Horas de humo” y “Her diary” destacaron en un setlist que tuvo en la versión del mítico “London Calling” de The Clash su broche de oro. Habrá que pasarse por las Fiestas de La Elipa dentro de unos días para volver a verles.
No voy a repetirme sobre Divine Comedy y Ladytron, pues ya lo comenté en el post anterior. Solamente añadir que, en mi opinión, el cierre del concierto de Divine Comedy con “Tonight we fly” fue lo mejor del Sonorama. Lástima que me perdiera un par de temas a la mitad del show para asistir a la rueda de prensa de Alaska, aunque escuchar a Olvido siempre es reconfortante. Esta vez fue más breve de lo habitual, tendría ganas de ver a Ladytron, pero debió hacerlo desde el backstage porque no aprecié su melena naranja entre los miles de personas que agitaron sus cabezas a ritmo de “Sugar”, “Blue Jeans”, “Destroy everything you touch” y, especialmente, “Playgirl”.
Me olvidaba de Atom Rhumba, pero uno es persona y aproveché el show de los bilbaínos para reponer fuerzas y comer algo. Esta vez no me di un chute de colesterol y opté por unos crepes que me sirvió muy gustosamente una argentina que había visto ya la noche anterior. No sería la última vez que nos vimos en el Sonorama, y hasta ahí puedo leer…
Eso sí, lo que escuché de fondo de Atom Rhumba me gustó y ya en la recta final se pusieron a improvisar con los instrumentos y el público aplaudió muy entregado. Ellos, en un alarde simpatía dijeron “si aplaudís esto, es que aplaudís cualquier cosa”. Eso es honestidad.
Respecto a sus compañeros de escenario, Cat People, simplemente geniales. Sonaron mejor que muchas bandas internacionales y, aunque la base rítmica recuerde sospechosamente a The Editors o Interpol, aportan frescura y calidad a la escena estatal. Incluso se atrevieron con el entrañable “I wanna be adored” que interpretaba sutilmente Ian Brown al frente de los Stones Roses allá por los 90, con los recuerdos que eso conlleva…

Hablando de recuerdos, dos de los gurús del pop patrio ya estaban sobre el escenario. Olvido y Nacho, Nacho y Olvido, Fangoria. De abanderados del punk a redescubridores del bacalao, el incombustible dúo se reinventa cual Madonna versión petarda. Eso sí, desde su excelente Naturaleza Muerta todos los temas están cortados por el mismo patrón, parece tratarse de un tríptico, y esas fueron las canciones que engrosaron el repertorio salvo honrosas excepciones como “Descongélate” (fue oírla y recordar ese magnífico videoclip rodado por Alberto Scciama, de visionado obligatorio).
Como sucedió con Dover, mucha controversia: Que sí hacen bacalao, que los samplers suenan a Camela, que si más que música de club parece música de los coches de coche… prejuicios a parte, la gente bailó desinhibida “Ni contigo ni sin ti”, recitó de memoria “No se que más”, “Criticar por criticar” o “Retorciendo palabras” y se sorprendió al ver a Alaska con guitarra en “Fantasmas”. A mi me sorprendió más que incluyesen “Interior de una nave espacial abandonada”, mi canción favorita de su penúltimo disco. Correspondiendo a su nueva estética, ambos vestían de blanco virginal, pero a los 20 minutos volvieron al negro riguroso (será porque dicen que el negro hace más delgado, o porque es un color más nocturno…). El que no dejó de gritar fue Spunky a los coros, tan estupendo como siempre.

Y como broche final del festival, actuación de un grupo sorpresa. Fue otra de las comidillas del día, con un abanico de propuestas a cual más delirante. Mando Diao, Interpol, incluso Oasis, Radiohead y Smashing Pumpkins. A los que dijeron eso si que debieron echarles algo en el vaso. Luego estaban los más razonables, que optaban por Grupo de Expertos Sol y Nieve, Triángulo de Amor Bizarro, Jet Lag, Vanexxa, Unfinished Sympathy… y un servidor que apostó fuerte por Nancys Rubias. Así fue, una copa que me gane. Era sencillo, porque las Nancys lideradas por el maridísimo de Alaska, Mario Vaquerizo, han compartido escenario en todos sus conciertos y un escaparate como Sonorama no iba a ser menos. Además, por cuestión de tiempo, es un grupo que no se tarda nada en montar el backline de sonido porque hacen playback.

Concluido su freak freak show, lluvia de fuegos artificiales, y peregrinación a las carpas o a las tiendas de campaña, dependiendo del cansancio y compañía de cada uno. Yo terminó por hoy, si has llegado hasta aquí es porque te aburres mucho en el curro o porque te arrepientes de no haber ido al Sonorama. En breve, más videos.