miércoles, 30 de abril de 2008

UN DÍA DE FURIA CAÑÍ

En la película de Joel Schumacher Un día de furia el actor Michael Douglas vive su particular descenso a los infiernos en un solo día. Ayer la realidad volvió a superar a la ficción, sé que es una frase muy manida, pero es la que mejor define lo vivido ayer por el otrora icono del destape Andrés Pajares. Eso sí, parafraseando el título de su última obra teatral, Pajares emuló a Douglas “a su manera... de hacer”, protagonizando una escena más propia del cine de Berlanga. Se presentó en un despacho de abogados con una pistola de juguete, unas gafas de sol, una gorra y un bigote postizo. Un caracterización digna de las Celebrities en Muchachada Nui. No es la primera vez que monta un lío surrealista. En su fallido regreso a los escenarios se encaró con varios periodistas que acudieron al teatro buscando carroña. Semanas después destrozó la habitación de un hotel y fue ingresado en una clínica mental, donde permaneció atado de pies y manos. Por último, acudió notablemente desorientado a un programa nocturno del corazón para cobrar 45.000 euros por decir todo tipo de incoherencias. Su aparición en El Hormiguero fue la enésima demostración de que Pajares es la decadencia personificada. La versión masculina de El crepúsculo de los dioses cuyo final se puede intuir.

El verano pasado entrevisté a Pajares en el documental Mi nombre, Madrid (Telemadrid) y no cobró nada porque en ningún momento habló de su vida personal. Gestionar la entrevista fue una odisea, con continuos cambios de fecha. Llegó a la grabación en el Hotel Miguel Ángel con dos horas de retraso y su piel lucía un color más amarillo que la de Homer Simpson. El director de fotografía se ganó el sueldo para intentar que en pantalla pareciera medianamente humano. Su atuendo debía pertenecer a las sobras del vestuario de Los bingueros o Los energéticos. Ni Viruete se atrevería la americana azul cielo que llevaba, encima de una camiseta sin mangas ultraceñida. Con mucho esfuerzo dialéctico, intenté que no se fuera de las preguntas y, una vez montada la entrevista, incluso parecía bastante cuerdo, con unos momentos de lucidez impropia de ese esperpento que se pasea por los platós de televisión hablando del hijo, la hija y la madre que los parió।


Estaba ilusionado con su 50 aniversario como profesional, con volver a sentirse actor, pero ese entusiasmo no se ha visto correspondido por el público y las consecuencias de la decepción están siendo letales. Más allá de la persona y el personaje, me quedo con su interpretación de Makinavaja, genial adaptación del cómic de Ivá, y su frase “En un mundo sin moral ni ética, solo nos queda la estética" tras disparar a un comisario torturador. No descartó que, en su próximo escándalo, reviva una escena similar a ésta de “el último choriso”.

sábado, 19 de abril de 2008

EL ARTE DE NO HACER NADA

Pasear por el centro de Madrid me resulta reconfortante, especialmente ir a La Metralleta o al Yunke a remover los cajones de los vinilos, donde casi siempre termina cayendo uno para mi colección. Me gusta comprobar que esas tiendas, al más puro estilo de la película Alta Fidelidad, permanecen abiertas y todavía tienen sus asiduos. Como si formasen parte del mobiliario urbano de la capital, inalterables al paso del tiempo, igual que las estatuas vivientes de la Calle Preciados, especialmente el tipo ese con gabardina, paraguas del revés y pelo de puntos que simula ser arrastrado por el viento. Es curioso, pero nunca entendí donde está el mérito de las estatuas vivientes. No entiendo porqué tengo de echar dinero a alguien por el simple hecho de no moverse, me resulta contradictorio cuando a mí en el trabajo me pagan por moverme (y mucho).

Esta peculiar forma de ganarse la vida sin hacer nada ha alcanzado su versión 2.0 con Internet, gracias a un adolescente holandés que cobra 11.000 euros al mes por pasarse el día tumbado en la cama de su habitación, grabarse con una webcam y emitirlo por la red. Se trata de Yde Van Deutekon, estudiante de Ingeniería de 22 años, quien cierto día viendo un reality show empezó a darle vueltas a una idea: cómo forrarse sin mover un día. Seguro que todos nos hemos planteado esto alguna vez, pero lo más parecido es ser nombrado Eurodiputado y para eso hay que estudiar mucho. El holandés de apellido impronunciable fue más allá y se planteó un reto tan inverosímil como rentable: pasar el mayor tiempo posible delante de una webcam, acostado en la cama y sin salir de su cuarto, al tiempo que pedía a los visitantes de su web una recompensa por su “esfuerzo” en forma de donación económica. Desde febrero, cuando comenzó su encierro voluntario, ya ha superado los 12.000 euros (a.k.a dos millones de pesetas).

Debido al éxito, Van Deutekom decidió añadir un chat para dialogar con sus “fans” y, más tarde, se animó a comprar un dominio internacional donde se anuncian empresas como Fujitsu y Lego, amenazando que, mientras siga habiendo clientes dispuestos a anunciarse y pagar 100 euros por banner, continuará tumbado en su cama 24 horas al días, aunque incluyendo nuevas propuestas como ver las peores películas de la historia en un mismo día (¿optará por Uwe Boll o por el cine español?) o pasar una semana comiendo únicamente pizza. Las estatuas vivientes de la Puerta del Sol (ese cowboy de color cobre...) lo mismo también se plantean dar el paso hacia la blogosfera y abandonan las calles del centro, pero espero que la gran red no acabe con las entrañables tiendas de vinilos.

sábado, 12 de abril de 2008

GAFAS CON SABOR A TOMATE

Hacía tiempo que no escribía nada para la sección TVfobia pero hoy voy dedicar el post al nuevo programa de Telecinco Las gafas de Angelino antes de que decidan retirarlo de la parrilla, que imagino será pronto. Como ya comenté en el artículo de La Noria, esta cadena es experta en ofrecer sustitutos que son más de lo mismo, en anunciar unos vientos de cambio que se quedan en nada. Cuando, de manera precipitada, se despidió el Tomate muchos esperaban un nuevo formato para las tardes capaz de reenganchar a la audiencia perdida que optó por Se lo que hicisteis... o Fama, pero no ha sido así. Mismo decorado, mismos rótulos, mismas locuciones en los videos, misma presentadora... demasiadas similitudes. Incluso Angelino parece una versión reducida de Jorge Javier, cambiando sus ingenuos comentarios llenos de maldad por las todavía más crueles improvisaciones de su antecesor.

Asi será el futuro debate por el estado de la Nación

Angelino es un híbrido entre Jorge Javier y Fidel (de la serie Aída) que resulta igual de repelente que los niños que protagonizan las películas de Spielberg. Carmen Alcayde ya no luce solo escotes, sino también pantorrilla, y sigue empeñada en demostrar su poco arte bailando sevillanas. Un intento fallido de conseguir la buena química entre Patricia Conde y Ángel Martín, especialmente cuando (copiando al programa de La Sexta) leen titulares de prensa con la mancheta sobreimpresionada en pantalla y dan paso a videos de otros programas.

Plano medio según el libro de estilo de Telecinco, ¿para que respetar el aire por arriba?

Originalidad nula, guiones sosos, poco ritmo y falta total de entendimiento entre presentadores. El resultado final es casi tan malo como el propio nombre del programa y, con argumentos así, es fácil pronosticar que no llegarán muy lejos. Tampoco creo que nadie lamente el final de Las Gafas de Angelino, salvo quienes trabajen ahí y los profesores que tengan que soportar de nuevo al chaval.

miércoles, 9 de abril de 2008

BOWLING FOR HESTON

A estas alturas de la película muchos ya estaréis saturados de información por la muerte de Charlton Heston, el actor más popular del cine épico y máximo exponente del viejo Hollywood gracias a títulos como Los diez mandamientos, Ben-Hur, El Cid o Julio César. Pero si fascinante es su galería de personajes, no lo es menos su propia personalidad, especialmente por las múltiples contradicciones.

En los últimos años, siempre que el nombre de Heston salía a la palestra iba asociado a la extrema derecha estadounidense y la Asociación Nacional del Rifle, aunque pocos saben que en su juventud el intérprete fue un abanderado de los derechos humanos. En la década de los sesenta puso dinero de su propio bolsillo para que Orson Welles pudiera finalizar el rodaje de Sed de Mal, un thriller de claro mensaje antirracista, pero en los noventa consiguió censurar al rapero Ice-T argumentando que “sus letras contribuían al declive moral de la sociedad estadounidense”, gesto que fue entendido como un ataque a las minorías afroamericanas.
Heston se sentía cómodo en el papel de héroe, de salvador, de nuevo Mesías... y sus cruzadas trascendieron de la gran pantalla. De joven fue demócrata acérrimo y murió siendo un conservador extremista. Un gigante de 1,92 debilitado por la pérdida de memoria y convertido en una caricatura de si mismo cada vez que empuñaba un rifle.

Recuerdo el rostro pétreo de Heston en la mayoría de las películas de ciencia ficción setentera que marcaron mi infancia. Del canibalismo de Soylent Green (Cuando el destino nos alcance) al desolador futuro de El último hombre vivo, pasando por la irrepetible escena final de El Planeta de los Simios y su grandilocuencia al descubrir la estatua de la libertad enterrada en la arena. También recuerdo esos sábados después de comer, con las reposiciones constantes de Terremoto, Cuando ruge la marabunta o Aeropuerto 75 por televisión.

En la gran pantalla, Heston era la personificación del héroe imbatible, pero en su vida real se mostró vulnerable y perdió su último duelo (a la postre, el definitivo) contra la demagogia oportunista y canallesca de Michael Moore en su documental Bowling for Columbine. Un desenlace final propio de sus filmes apocalípticos.