martes, 23 de octubre de 2007

LAS SUPERNENAS

Todavía hay gente que me mira raro cuando digo que me gustó más Planet Terror que Death Proof. Como si fuese un sacrilegio criticar una obra de Tarantino, director al que venero, pero eso no me ciega ni me impide calificar su última creación como irregular y descompensada. Mientras que los primeros minutos derrochan cinefagia en estado puro, a medida que avanza el metraje va perdiendo interés, dejando un sabor agridulce cuando aparecen los títulos de crédito. Creo que no soy el único que abandonó la butaca pensando que Quentin podía haber ofrecido algo más, pese a contar con numerosos aciertos en este homenaje al cine setentero.
De todas esas virtudes con que cuenta Death Proof hay una que destaca especialmente: Tarantino ha inmortalizado en la pantalla a la supermujer del Siglo XXI, a la fantasía sexual de sus seguidores más acérrimos, al nuevo icono geek, y encima lo multiplica por ocho. La perfecta dualidad entre las musas de Russ Meyer y las indie girls a las que sabes que, por mucho que invites al cine, nunca querrán nada contigo. Una fantasía inalcanzable que luce los shorts con el mismo glamour que Kylie Minogue cuando era novia de Jason Donovan, pero además puede mantener conversaciones sobre que habría sido de los Who sin Pete Townshend. Chicas que se emocionan más con las carreras de Barry Newman en Vanishing Point que leyendo el diario de Bridget Jones.

En Planet Terror había zombies, mad doctors y múltiples elementos fantásticos, pero creo que encontrar chicas como las protagonistas de Death Proof resulta más difícil de creer, más propio de la ciencia ficción. O de la magia del cine, porque seguramente no existan, al igual que tampoco existen James Bond, Danny Ocean, Tyler Durdeen u otras fantasías del género femenino. Quentin Tarantino añade a su imaginería particular las pin ups contemporáneas, con las curvas de un cómic de Adam Warren y las aficiones de un lector habitual de este blog. De las ocho, ¿cuál sería tu favorita para un spin off?