viernes, 23 de enero de 2009

Me maté por un yogur

Esta última semana he estado trabajando en la promoción de una famosa marca de yogures. Al combinar el binomio Yogures-Televisión, irremediablemente nos viene a la cabeza la imagen de José Coronado, ese galán cañí que comenzó su carrera como parteneire de Lina Morgan e Isabel Pantoja y al que podemos ver, enfundado en una chupa de cuero, cuando hay un pre estreno en la capital. Después del éxito del interesante thriller La Caja 507, la gente empezó a tomarse en serio su faceta de actor, aunque, como digo, más que por sus personajes en la gran pantalla será recordado por sus anuncios de yogures. Yo pensaba de después de una década tomando café de maquina en Periodistas, lo de ir al baño sería automático. Luego llegaron Código Fuego, Los Ochenta y RIS, esa suerte de CSI a la española. Con estas tres series, Coronado demostró que no hace falta tomar yogures para cagarla.

lunes, 5 de enero de 2009

VAMPIROS MUY CASTOS

Mal que nos pese a muchos, Crepúsculo ha sido el fenómeno del recién finalizado 2008. Tanto en su vertiente literario como cinematográfica. Un bestseller escrito por Catherine Hardwicke, ilustre mormona, cuyo mayor logro (y despropósito) es contar una historia de vampiros capaz de encandilar a los seguidores de Hanna Montana y los Jonas Brothers. Toda una contradicción porque, si algo ha caracterizado al subgénero de los chupasangres desde el Drácula de Browning al de Coppola, es el erotismo. Una de vampiros sin componente erótico, más o menos explícito, pierde todo e interés. Nada de mordiscear cuellos con connotaciones sexuales, ni de utilizar sus dotes de seducciones para alcanzar fines siniestros... estos vampiros que parecen escapados de la planta joven de El Corte Inglés sacian su sed de mal bebiendo sangre de animales, recitan poesias más cursis que una canción de OBK y son castos. Muy castos.



Basta ya de pseudovampiros con acné que viven atormentados sus días de instituto. Prefiero su antitesis: vampiras lesbianas huyendo de cazadores ultraviolentos. Eso es lo que ofrece Lesbian Vampire Killers, aunque no tendrá el éxito de Crepúsculo. Ni falta que hace.