sábado, 6 de septiembre de 2008

Revolucionaria contradicción

Resulta anecdótico, por no decir contradictorio, que un personaje como el Che genere tantos ingresos. El icono de la rebeldía y del inconformismo, el enemigo de lo material, es una auténtica máquina de hacer dinero. Es una curiosa paradoja todos los billetes que se embolsa el sistema capitalista gracias al Che. Da igual donde pongas su rostro, que dará millones. Pude comprobarlo esta semana en el preestreno de su biopic dirigido por Steven Soderbergh, cineasta muy respetado por las reivindicables Sexo, mentiras y cintas de video o Full Frontal, pero que también sabe funcionar en taquilla (¿se atreverá con Ocean’s 14?). Entre los invitados, había más camisetas del Che que en un concierto de Celtas Cortos en las fiestas del PCE. Algunas clásicas y otras más cool, como la que lucía el presentador de El Buscador (a.ka. El tirantes).
Con el Che pasa como con Gardel, Evita Perón o Maradona (curiosamente todos argentinos), que aunque la gente no tenga ni idea de tangos, política o fútbol, hablan de ellos como si los conocieran de toda la vida. Son franquicias de las que se han hecho películas, musicales, ropa, complementos y hasta se han creado religiones con su nombre. Su sola presencia resulta rentable. Sin embargo, después de ver la película, creo que Soderbergh no se embarcó en este proyecto únicamente por dinero, sino porque fue seducido por el personaje. Rodada en 40 días, el director consigue reflejar precisamente eso, las contradicciones del Che. Un hombre que duda si ser médico o guerrillero. Que sufre asma y no cesa de fumar puros. Que abandona a su familia para defender la causa de un pueblo que no es el suyo. Que se siente más cómodo perdido en la selva que sentado en el despacho de un burócrata. No se que pensarán los portadores de camisetas, pero como retratista Soderbergh realiza un trabajo excepcional, a la espera de ver su continuación Guerrilla que, otra contradicción más, se rodó antes que la primera.