jueves, 31 de enero de 2008

Días de cortos

Terminamos mes de enero y eso significa que en breve llegarán los Oscars y su versión cañí, los Goyas. No ha sido precisamente una buena temporada en cuanto a títulos y ha estado más bien marcada por las huelgas y la polémica, en Hollywood con los guionistas y en España con el desprecio a los cortometrajistas (podéis echar un vistazo a lo que opina al respecto Nacho Vigalondo en la entrevista que le realicé pulsando aquí). Por eso, durante los próximos días voy a ir colgando algunos cortos que, a buen seguro, os harán más gratas vuestras horas en la oficina delante del ordenador mientras no mira el jefe. Comencemos con una idea sencilla, cortita (apenas tres minutos) y buen ejecutada: La Boda, de Jorge Naranjo.



... cuanto daño han hecho los concursos. Seguro que para elegir pareja juegan a Identity y para poner nombre a su primer churumbel, se la juegan a Cifras y Letras.

sábado, 26 de enero de 2008

La maldición del JOKER

“Se lo advertí, ya le hablé de la maldición del Joker y no me hizo caso. No me sorprende lo que ha sucedido”. Así respondió Jack Nicholson a los periodistas que le preguntaron por la muerte de Heath Ledger. Mientras Mel Gibson, Nicole Kidman o Cate Blanchett usaban términos como gran tragedia o triste pérdida, Jack se desmarca y contribuye a engrandecer la leyenda negra de Joker.
Una historia que comienza con el cubano César Romero, el intérprete de Joker (traducido como El Arlequín) en la entrañablemente casposa serie televisiva de los 60 que protagonizaba Adam West. Romero no era pariente de George A. pero si de José Martí, o eso aseguraba para aumentar su popularidad entre la jet set de Hollywood. Gran seductor cuando se desprendía del maquillaje, fue de los primeros actores en reconocer abiertamente su homosexualidad, lo que provocó que su carrera (donde imperaban papeles de machote) se fuera al traste y acabase en el olvido absoluto, salvo por algún cameo esporádico en Falcon Crest.

En noviembre del año pasado, Jack Nicholson aseguró en una entrevista que no le había sentado nada bien que Chistopher Nolan no hubiese contado con él para su película Batman: The Dark Knight, argumentando que nadie conocía mejor que él a este supervillano del cómic. “Es al papel que más cariño tengo de toda mi carrera, espero que Ledger tenga suerte, porque la va a necesitar…” aseveró Nicholson. Esa misma semana, en una entrevista publicada por el New York Times, el joven actor australiano dijo “No me siento orgulloso de mi trabajo. Siento que pierdo el tiempo repitiéndome a mí mismo, me sucede con cada cosa que hago”. Que Adam Sadler o Eddie Murphy lo digan tiene un pase, pero un actor que ha pasado de hacer comedias para tontiañeras a trabajar con Ang Lee, Terry Gilliam o encarnar a Bob Dylan, resultan tan desconcertante como sus siguientes palabras: "Tengo miedo de defraudar a los millones de fans que la saga tiene en todo el mundo, que todavía conservan indeleble en su retina la célebre interpretación del villano que hizo Jack Nicholson en el Batman de Tim Burton". Quizás abrumado por esa enorme responsabilidad, Ledger se encerró durante todo un mes en una habitación de hotel (no sabemos si sería el Hotel Overlook) para preparar al personaje. "Joker es un psicópata, un payaso esquizofrénico cuya interpretación me ha dejado exhausto. Es inevitable que un papel así deje secuelas en tu carácter”.

Los ejecutivos de la Warner tendrán ahora que hacer frente a al promoción de la nueva película de Batman sin la presencia de Heath Ledger. En esta sexta entrega de la saga (que, en verdad, debería ser la cuarta porque la 3 y la 4 no merecen ser recordadas) el actor que daba vida al primerizo Joker era clave para la difusión y se había comprometido a asistir a los preestrenos de las principales ciudades. Perderán promoción pero, como pasó con El Cuervo y el malparado Brandon Lee, su inesperada muerte atraerá a muchos morbosos a las salas de ciney contibuirá a que esta cinta sea catalogada "de culto".

lunes, 21 de enero de 2008

El empacho de Corbacho

Estamos de lunes. Este fin de semana me reencontré con un amigo que lleva ya un tiempo luchando en ese mondo canibale, mondo salvaje que es la televisión y me dijo hace meses que no escribo nada sobre la pequeña pantalla en este blog. Razón no le falta y hay muchos temas que podría analizar en la sección de tvfobia, por eso hoy comenzaré con el espacio que emiten esta noche en Antena 3 Peta Zetas, que todo indica que no durará mucho y, si apuro un poco más, lo mismo lo han retirado de la parrilla.

Su nombre hace clara alusión a la imaginería ochentera y esos chirriantes caramelos que explotaban en la boca y, según una leyenda urbana, su combinación con Coca Cola podría ser mortal. Lo retro está de moda y ahora lo moderno es hablar del pezón gate de Sabrina Salerno en Nochevieja, aunque yo prefiero la web del amigo Viru para rememorar momentos de mi infancia. Esta nueva apuesta nocturna de Antena 3 tiene en el showman José Corbacho a su arma letal, el mismo que nos liberó del tedio en la gala de los Goya, pero que sufre la maldición del secundario. Me explicó.




Corbacho tiene una agilidad mental impresionante y una capacidad para improvisar que puede salvar hasta el guión más soso. Sin embargo, funciona mucho mejor de colaborador que de presentador. Su absoluto protagonismo resulta cargante, pero si administras su histrionismo en pequeñas dosis funciona mucho mejor. Sucede igual con Jay y Silent Bob en las películas de Kevin Smith. Cuando este dúo tiene su momento estelar en Clerks o Mallrats son desternillantes, pero en el film Jay y Silent Bob contraatacan resultan excesivos, forzados, cansinos... incluso deseas que desaparezcan de la pantalla y cedan más minutos al resto del reparto.
En Crónicas Marcianas Carlos Latre también funcionaba. Sus imitaciones eran lo más destacado de la última etapa del programa de Sardá, cuando se convirtió en una sucesión de gritos y pechos siliconados. El resto de incursiones televisivas de Latre como protagonista absoluto fueron insoportables.


Al igual que Latre, Corbacho es un gran imitador, pero además le supera en imaginación e ironía. Esto no justifica que durante más de una hora se pavoneé por el plató entre gritos histéricos, movimientos espasmódicos y americanas coloristas. Para rematar, su equipo de colaboradores no acompaña y están liderados por el deleznable Enrique del Pozo. El protagonista de la sci-fi cañí Las aventuras de Enrique y Ana se merece un post para él solito, pero será más adelante. De momento, se aceptan apuestas sobre el tiempo que durará Peta Zetas en antena.

viernes, 18 de enero de 2008

Slater Superstar

Pensaba que después de la calva falsa de Bardem en Amor en tiempos del cólera (que desmerece nada a esos gorros de plástico que nos poníamos de pequeños antes de entrar en la piscina) ya estaba dicho en cuanto a caracterizaciones inverosímiles. Pero resulta que la nueva y ¿espera? cinta de Christian Slater la supera. Se trata de He was a quiet man y, a priori, el argumento no tiene mala pinta pese a estar firmado por el responsable de Suburban Commando (acertaste, la que salía Hulk Hogan vestido como Bertín Osborne en Scavengers).
El bueno de Slater da vida a un oficina que, aburrido de la monotonía, decide atracar su empresa con un hilarante plan donde no faltan las traiciones, el humor negro y el romance (nada menos que con la neumática Elisha Cuthbert). La pareja protagonista está respaldada por el siempre eficaz William H. Macy, aunque su aspecto de dibujo animado quedará totalmente eclipsado por la caracterización del que fuera niño prodigio con El nombre de la Rosa.
A los académicos siempre les ha gustado eso de hacer un cambio radical en el físico del protagonista, sólo tenemos que recordar las estatuillas de Philip Seymour Hoffamn por Capote, Charlize Therom por Monster o Nicole Kidman por Las Horas. Si está tradición se cumple, ¿podría alzarse con un Oscar este asiduo a los calabozos y clínicas de desintoxicación?. ¿Reivindicarán sus obras más casposas como Alone in the Dark o El hombre sin sombra II?. God only knows.

lunes, 14 de enero de 2008

How to make... a REMAKE

Parece que la huelga de guionistas estadounidenses está haciendo mucho daño en Hollywood y no sólo por provocar la cancelación de los Globos de Oro, sino porque cada vez en más difícil encontrar una idea original en la cartelera, plagada de precuelas, secuelas, biopics, remakes, adaptaciones y demás variantes. Este mes tres iconos del celuloide han sido recuperados para medir sus fuerzas en la lucha por la taquilla: Alien, Predator y Michael Myers. El ganador de este titánico duelo lo podéis imaginar.
Cuando era pequeño aluciné con Alien y todavía me sigue pareciendo una película de terror redonda, resultado de la unión de tres genios como Ridley Scott, Dan O’Bannon y Moebius en estado de gracia. La secuela de Cameron también me gustó, pero perdía la esencia del original cambiando el suspense por la acción y el espectáculo. Predator tuvo peor suerte y su innecesaria segunda parte contribuyó mancillar un personaje llamado a ser de culto. No contentos con eso, el nombre de Alien y Predator continuó devaluándose con su batalla en AVP, película dirigida descaradamente a la generación Playstation. Si en la cinta original de Ridley Scott un solo Alien era capaz de sembrar en pánico en toda una tripulación ¿cómo se entiende que ahora ejércitos enteros caigan como moscas?.
AVP 2: Requiem es más de lo mismo, pero en la tierra y con la incursión de una nueva criatura cuyo nombre es casi tan ridículo como su aspecto: el Predalien. ¿Qué astuto productor propuso este personaje pensando en las ventas que generaría su venta de muñecos o camisetas?, ¿Walter Hill?... ¿o es que realmente le preocupa más su adaptación al videojuego que la opinión de los seguidores de la saga?.
Alien y Predator forman parte del imaginario colectivo ochentero, se ganaron un respeto que ahora están dilapidando de manera desmesurada. Puedes enfrentar a Godzilla con Ghidora, a Santo con la Momia Azteca, a Freddy con Jason, porque todos ellos (aunque entrañables) pertenecen a la serie B y los crossover son bien recibidos, incluso se agradecen, pero con dos pesos pesados de Hollywood la cosa cambia. ¿Os imagináis al Padrino contra Scarface?, ¿a Deckard contra Neo?, ¿una carrera entre el Titanic y el Poseidón?. Resulta ridículo, pero si la huelga de guionistas se alarga, no hay que descartar nada.

Alien vs Predator Vs El código da Vinci. Coming soon.

Los padres de esta creación fueron los hermanos Strause, quienes juraron y perjuraron que su obra no tendría nada que ver con AVP y que sería del agrado de todos los fans, pero debían referirse sólo a aquellos menores de quince años. Su acierto, saber combinar los tradicionales animatronics con las técnicas digitales, que para algo son maestros en efectos especiales antes que directores. Ahora vamos con Halloween el origen, que lo estáis deseando.

Rob Zombie, al igual que los Strause, también es un “intruso” en la profesión. Pionero dentro del Metal Industrial desde la fundación de White Zombie, su aventura detrás de las cámaras parecía una excentricidad típica de un músico megalómano, sin embargo, se ha convertido en uno de los realizadores más interesantes del género por varios motivos:

- Es amante del cine por encima de directos, por lo que trata al público con sumo respeto y cuida cada producción hasta el último detalle. Acierta cuando hace guiños, homenajea a los clásicos o recluta viejas glorias en el reparto.
- Es un autor. Escribe sus guiones, produce y dirige. Trabaja de manera casi artesanal, con poca burocracia, y eso se nota en el resultado final, recordando a las cintas de Carpenter, Craven o Hooper que marcaron nuestra infancia.
- Artísticamente es impecable y sabe depurar su técnica hasta el extremo. La violencia es una película de Rob Zombie es incómodamente bella, te molesta pero no puedes dejar de verla. Cuando termina la película piensas “este tipo está enfermo, pero es un genio”. Después de lo alto que ha dejado el listón, no me extraña que Marilyn Manson se haya pensado dos veces eso de dirigir una película.

Reconozco que tenía incertidumbre por ver Halloween. La casa de los 1.000 cadáveres y, especialmente, Los renegados del diablo me fascinaron. En esta Rob no había trabajado con Lions Gate, estaban detrás los hermanos Wenstein (famosos por limitar la creatividad de sus directores y responsables de dividir Grindhouse en dos partes) y la película había triunfado en las salas estadounidenses. Además, nunca fui seguidor de la saga Halloween porque Michael Myers no es tan delirante e imprevisible como Freddy Krugger ni tan brutal y primitivo como Jason Vorheess. A Myers le falta carisma y, honestamente, su origen me importaba un pie.

Zombie supera su tercer asalto y se reafirma como el director más en forma de la nueva hornada. Seguro que Carpenter se sentirá orgulloso de esta nueva entrega, mientras que dudo mucho que Ridley Scott ni tan siquiera haya visto (ni verá) AVP2. Ahí está la diferencia entre una secuela (o precuela) buena y mala: en respetar para ser respetado.

viernes, 11 de enero de 2008

PETE DOHERTY se domestica en Madrid

Tengo que reconocerlo, The Libertines es, posiblemente, el grupo británico más sobrevalorado de la última década. Sólo así que se entiende que con dos únicos discos cuenten con un album recopilatorio, pero bien en cierto que en su breve e intensa carrera dejaron un buen puñado de hits. Por este motivo, la visita a Madrid de su miembro fundador Pete Doherty al frente de los Babyshambles era una cita casi obligada. Al margen de sus escándalos con las drogas, sus portadas en la prensa rosa junto a su ex Kate Moss o su facilidad para marcar tendencias estilísticas, el enfant terrible era noticia por algo meramente musical: la presentación en directo de su último trabajo, el digno Shotter’s Nation.

Conocedor de ello, Doherty se comportó con un músico y no como una caricatura, sorprendiendo a todos quellos que esperaban una subida de tono o nueva gamberrada. Desde los primeros acordes de Carry up on the morning se mostró muy concentrado, profesional, incluso distante. Lástima su empeño no se viera recompensado por culpa del mal sonido de La Riviera, donde incluso en algunas apenas se podía escuchar su voz. Siempre es la misma historia y no quiero pecar de cansino, pero en Madrid cada vez cierran más salas, abren menos y, las que quedan, no se caracterizan por su buena acústica o comodidad. Los entradas son más caras, los artistas más destacados, pero la calidad sigue siendo igual de infame. Una pena.

Entre el público vi más sombreros que en la sección de complementos de un centro comercial, claro síntoma de que muchos de lso asistentes acudieron por el morbo de ver a Doherty y lo meramente musical les importaba más bien poco. Como pasaba en tiempos de los Hombres G (no lo digo por los jerseys de “rayas”), alguien del público lanzó un sujetador que Pete se colgó del micrófono y, antes de los bises, demostró que sabía que estaba en España colocándose una montera de torero. Esos fueron los dos únicos gestos que dejó un show donde destacaron los temas Delivery, Side of the road, You Talk y el broche final con Fuck forever, la más coreada.




Como supo a poco y muchos nos quedamos con ganas de más antes del fin de semana, la fiesta cotinuó en el pub Tupperware y se remató en el club Barbarella, donde no pararon de sonar temas de The Libertines, Babyshambles o Dirty Pretty Things. Repertorio acertado, sonido pésimo y aceptable puesta en escena. La cita no pasará a la historia, pero sirvio para mostrar a Doherty como lo que realmente es: un músico. A ver lo que tarda en volver a hacer una de las suyas…

martes, 8 de enero de 2008

Héroe... por un día

Los oyentes del programa, lectores de mis artículos y amigos ya sabéis de mi ferviente devoción por el duque blanco Mister David Bowie. Prácticamente cada semana cae un tema suyo o una versión, hay una referencia en algún párrafo o aparece en alguna conversación nocturna a pie de barra. Sin embargo, hay una espina que nunca he podido sacarme y es no haber visto al británico universal en directo. Tuve mi oportunidad en 2004 durante el Reality Tour, saque mi entrada para los conciertos de Xacobeo nada más conocer la noticia, prefiero no recordar el sms de un estimado amigo que me confirmó su caída del cartel por problemas de salud. Entré en su web para comprobarlo y maldecí aquel momento. Ese verano de 2004 The Cure acompañaron a Lou Reed, Muse y Starsailor en Santiago de Compostela y, aunque Robert Smith estuvo pletorico, habría dado todo por ver a Bowie subir al escenario de Monte do Gozo... mi gozo en un pozo.



De acuerdo, el Reality Tour no estaba cosechando buenas críticas y el duque estaba muy lejos de esos míticos conciertos setenteros con Ziggy Stardust & the Spiders from Mars, pero su repertorio era impresionante y se había preparado a conciencia en la que, todo indica, sería su última gran gira mundial. Un amago de infarto nos privó de él y, si algo pido a este 2008, es que salde nuestra deuda con un nuevo show, da igual donde y cuando, que allí estaré.
Hoy martes cumple 61 años y su legado permanece inalterable al paso del tiempo. Bowie es el artista que ha sabido envejecer más dignamente de la historia de la música y, aunque me quedo con sus primeros diez años, cada una de las etapas de su longeva carrera nos ha dejado canciones memorables. El apogeo Glam, su vena rockera, su época berlinesa con Brian Eno, su sociedad con Iggy Pop, sus aportaciones a la música disco, sus coqueteos con la electrónica, sus participaciones en bandas sonoras de culto, sus épicos baladones... es imposible que en un concierto de tres horas no se quedasen fuera más de una buena docena de hits. El peor disco de Bowie sería la obra maestra de cualquier artista que copa las listas de éxitos actuales.

No en vano, creo que todos los músicos han pasado por una "etapa Bowie" a lo largo de su trayectoria (repasa la trayectoria de Alaska, Héroes del Silencio, U2, Radiohead... y me darás la razón). A todos les gusta jugar a ser dios, a todos nos gusta emular a Bowie en algún momento de nuestra vida, todos podemos ser héroes... sólo por un día.

miércoles, 2 de enero de 2008

El año que el INDIE se hizo mayor

Analizando musicalmente el 2007 es inevitable hacer referencia a The Gossip, Band of horses, Wilco, Radiohead, Arcade Fire o White Stripes. La categoría de “grupos de culto” siempre había estado ligada a la intelectualidad, a las minorías, y muy reñida con los charts y listas de ventas. Sin embargo, en el año que terminó pudimos ver a los veteranos Modest Mouse moviéndose cómodamente en el top ten estadounidense, entre los paraguas de Rihanna y la magia de Springsteen.

Los más escépticos aseguran que la mayoría de estas bandas lanzaron sus discos al mercado entre los meses de febrero y junio, aprovechando la temporada de sequía pre-veraniega para llegar a lo más alto. En mi opinión, esta teoría cae por su propio peso, pues todos los años ha habido primaveras y nunca vivimos una situación similar. Creo que todo es producto de las escasas pretensiones de estas bandas que, a diferencia de las bandas mainstream, no tienen prisa en llegar a la cima y saben que la música es una carrera de fondo. White Stripes o Modest Mouse han recorrido las carreteras durante más de una década antes de ocupar las portadas de revistas, mientras que otros hypes están en boca de todos sin apenas haber ofrecido un par de conciertos, con una trayectoria tan efímera como su momento de gloria. ¿Quién se acuerda de Fountains of Wayne?. ¿Quién recordará a The Fray el año que viene?.

Por la parte que me toca, muchos de los seguidores de estas bandas rondan la treintena y, aunque sus sueldos no son desorbitados, empiezan a tener un dinerito para sus pequeños caprichos, para esos vicios musicales como ediciones deluxe, revistas especializadas, conciertos y festivales. Mientras, lo que están en el instituto tienden a descargarse absolutamente todo, para luego almacenarlo en un DVDr y no volverlo a escuchar.


El caso de Jack White y Megan Stripe es el más ilustrativo. Desde su debut han firmado discos brillantes, acompañados de una acertada estética y unos impecables videoclips. Son inteligentes, no han dejado nada para la improvisación y, en esa estrategia, nunca estuvieron presionados por nadie con corbata para vender millones de discos. Han aparecidos en series de televisión, bandas sonoras y anuncios, factor que indudablemente les ha ayudado, pero nunca lo han buscado.


Hemos comenzado el año con la consagración de Band of Horses, vibramos con la canción de No cars go de Arcade Fire, recordaremos por mucho tiempo los magníficos de conciertos de Cat Power o Wilco en nuestro país, estamos expectantes ante el regreso de Death Cab for Cutie y, en breve, podremos comprobar en el segundo asalto de The Gossip si lo suyo es flor de un día o han venido para quedarse. No me gusta crecer, pero así da gusto cumplir un año más.