lunes, 31 de marzo de 2008

Por fin juntos

Cine, Cómic y Scream Queens son tres de mis filias confesables y, en cada una de ellas, tengo especial devoción por nombres concretos. Me gusta David Fincher como director, creo que ha sabido conducir bien su carrera y caminar sin excesivos sobresaltos por ese estrecho alambre que separa independencia y comercialidad. Como la mayoría de sus compañeros de generación viene del mundo del videoclip y la publicidad, aportando interesantes recursos visuales en la gran pantalla. No lo tuvo fácil para adaptar al siempre complejo Chuck Palahniuk en El Club de la Lucha, pero salió airoso y se ganó el respeto de quienes criticaron su irregular debut con Alien 3. Poco prolífico, escoge muy bien sus proyectos y está en plena forma, como demostró recientemente en Zodiac (a mi juicio, lo mejor de 2007).
Hace tiempo que desconecté del mundo de la viñeta, pero mis amigos aseguran que siguen publicándose cosas interesantes más allá de Eatman o Gen13, que fueron las últimas series que completé. Si hay unos personajes que, inevitablemente, siempre terminan apareciendo en nuestras conversaciones viñeteras son las Tortugas Ninja. Tenemos que remontarnos a finales de los 80 con ese cómic decadente en blanco y negro infestado de guiños a la serie B creado por Kevin Eastman y Peter Laird. Por entonces tenían la máquina recreativa en un bar del barrio, un beat’em up bastante logrado y con opción de cuatro jugadores simultáneos, donde nos dejamos un buen puñado de monedas de cinco duros, de esas que aún no tenían el agujero. Después llegaron las películas, los series de dibujos, los muñecos... los cuatro quelonios de nombres renacentistas se convirtieron en un producto de marketing, pero de la agresividad inicial que desprendía el cómic ni rastro, así que nos dejaron de gustar en un momento de plena fiebre mundial.

En cuanto a las Scream Queens o Reinas del Grito (como se califica a las actrices habituales en el género Terror/Ciencia Ficción), soy seguidor porque contribuyen a mantener el romanticismo del cine antisistema. Aspirantes a actrices que buscan la fama, aceptan interpretaciones en películas de bajo presupuesto y terminan encumbrándose como iconos de la subcultura, cuyos nombres son recordados con nostalgia durante décadas. De generosa anatomía, la tradición Scream Queen se está perdiendo por culpa de la escasa calidad de los últimos títulos y nulo carisma de las actrices actuales, en su mayoría adolescentes siliconadas e inexpresivas. La última grande ha sido Julie Strain, de generosas curvas y 1.85 de estatura, ha participado en más de un centenar de películas que son carnaza de videoclub. Su vida también es digna de mención: Graduada universitaria, sufrió amnesia al caerse de un caballo mientras practicaba hípica y no recuerda nada de su adolescencia. Emprendió una nueva vida siendo escogida Chica Penthouse en 1991 y debutando como doble de cuerpo de Geena Davis en Thelma y Louise. Después llegarían los sexy thrillers, la caspa ficción y el terror de casquería, hasta que conoció (curiosamente) a Kevin Eastman y se casaron en Las Vegas.

Ahora, el destino ha unido a David Fincher, Kevin Eastman y Julie Strain en la nueva adaptación de Heavy Metal, mítico cómic que combina violencia y erotismo con dos versiones animadas previas (en 1981 y 1999). La producción correrá a cargo del propio Fincher junto a Eastman (propietario actual de la franquicia Heavy Metal) y su señora esposa Julie Strain volverá a coger la pistola, a sus 46 años, en uno de los papeles protagonistas. Una combinación fascinante, veremos si el resultado final está a la altura.

viernes, 28 de marzo de 2008

DÍAS DE RADIO

Resulta gracioso. Siempre que hablo con un algún compañero que trabaja en televisión aparece la misma coletilla. Le digo que el 9 de abril regresa Muchachada Nui y contesta “no lo sabía, es que no veo la tele”. Muestro mi aberración ante el éxito de Escenas de Matrimonio y obtengo como respuesta “No sé, no veo la tele”. Pregunto si considera un plagio el anuncio de Telefónica Dúo y, sorpresa, “no sé que anuncio dices, es que no veo la tele”. Siempre la misma frase, un comodín para desviar una conversación que no te interesa y, al mismo tiempo, para parecer más cultureta, pues suele ir complementada por la siempre recurrente “...es que yo escucho la radio”. Ya entiendo, si ves la televisión eres un borrego, pero si escuchas la radio eres interesante y sofisticado.

Por eso, hay algo que nunca falla. Cuando te respondan eso, contraataca diciendo: “Ah, si... ¿y qué programa escuchas?”. Verás como la respuesta más repetida es “no sé, de todo un poco, nada fijo, ya sabes...”. Vamos, igual que cuando el jurado pregunta a la típica Miss Palencia que cuales son sus aficiones y responde que la lectura, pero preguntale que libro está leyendo actualmente y verás como aumenta su nerviosismo hasta el extremo (salvo que diga El niño con el pijama de rayas, que también sirve de comodín).
Digo esto porque parece que para repudiar más la ya de por sí lamentable programación televisiva tenemos que magnificar la radio. Atacamos la imagen escudándonos en los hertzios y olvidamos que la hermana mayor tiene exactamente los mismos defectos que su hermana pequeña. El más grave de todos, la escasa originalidad.


Me reúno con una veterana presentadora de televisión que actualmente dirige un espacio nocturno en la radio. Está preparando el guión para el programa de esa noche y, echando un vistazo a la escaleta, parece interesante. Es entonces cuando ambos llegamos a una conclusión que, a los devotos de la magia radiofónica, nos entristece.

La radio es cada vez más previsible y, salvo contadísimos espacios, ha perdido ese estimulante factor sorpresa hasta convertirse en aburrida e impersonal.Los informativos son todos a la misma hora, con las mismas ráfagas y las mismas voces, sólo cambia en enfoque de las noticias dependiendo de los intereses del grupo empresarial que pone el dinero. Las tertulias políticas, la sección de corazón, los deportes, las confidencias de los oyentes... las emisoras emiten exactamente la misma programación y a las mismas horas.

Información manipulada y tertulias ramplonas. Voces bonitas pero sin carisma. Programas con una estructura férrea, sin la mínima muestra de improvisación, incertidumbre, magia... las virtudes de una radio que conseguían suplir sus limitaciones técnicas respecto a la televisión a base de ingenio y complicidad con el oyente. Esas mismas virtudes que lograron seducirme, hace ahora diez años, cuando decidí presentar por primera vez un programa para una radio local. Mucho tendrían que cambiar las cosas, pero me temo que esos días (y noches) de radio quedan muy lejos y no volverán, por muy bien que quede esa coletilla de “No veo la tele, prefiero escuchar la radio”.

miércoles, 26 de marzo de 2008

"Homenaje" a DAFT PUNK

Quienes me conocéis ya sabéis que soy un enamorado del diseño publicitario, de esos que cuando en televisión no hay nada interesante (casi siempre) hace zapping en busca de anuncios y enlaza una cadena con otra, pasando los minutos sin haber visto ningún programa o serie, solamente anuncios. En radio también presto bastante atención a las cuñas, me interesan sus jingles y sus diálogos, aunque reconozco que cada vez son más previsibles. Además, acostumbró a escuchar Radio 3 donde la publicidad brilla por su ausencia, pero una de las veces que fui infiel a esta emisora descubrí la nueva campaña de Telefónica Dúo. Al momento pensé “ya están buscando atraer a un público más joven utilizando música a lo Daft Punk” y, minutos después, no podía quitarme ese ritmillo de la cabeza. Como sucede con los pseudo androides franceses y sus estribillos altamente adictivos, la simplicidad invade tus neuronas hasta hacerte tararear de manera inconsciente. Esa misma noche presencie la versión televisiva del anuncio y reconozco que me pareció de lo más creativo, toda una demostración de efectividad con presupuesto cero.



Hablando con un amigo sobre el famoso “anuncio de las manos” me comentó que todavía no lo había visto y, gracias al Youtube (el mejor invento desde Scarlett Johansson), lo busqué en la web para conocer su opinión. Aparecieron infinidad de versiones y una de ellas era el videoclip de Harder, Better, Faster, Stronger de, como no, Daft Punk. Nos miramos y a ambos se nos quedó la misma cara que cuando descubres a tus padres en el salón de tu casa, la Noche de Reyes, con el Quimicefa en la mano. Decepción total.



No se como llamar a esto. ¿Una ligera inspiración?, ¿adaptación?, ¿un homenaje a lo Brian de Palma?, ¿plagio?... me quedo con “echarle morro”, sin más.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Práctimente magia

Recuerdo, no hace mucho tiempo, un concierto de El canto del loco en Alicante. Tocaban cerca de mi casa en uno de esos saraos veraniegos que montan al lado del puerto y, una hora antes de la actuación, no se veía ni un alma. Para evitar el fiasco, los organizadores decidieron abrir puertas y ver el concierto gratis. Ni con esas pasaron de las 200 personas, en su mayoría curiosos que pasaban por allí y no tenían nada mejor que hacer. Dos años más tarde, la misma banda actuó en la plaza de toros de Alicante, había colas desde la noche anterior para situarse en primera fila y ver de cerca a Dani Martín y compañía. También actuaron en Madrid llenando Las Ventas por tres días consecutivos, provocando desmayos de quinceañeras e improvisadas acampadas en los aledaños de la plaza. Algo parecido sucedió esta semana con los alemanes Tokio Hotel. Unos perfectos desconocidos que, en cuestión de meses por obra y gracia del marketing, han arrasado con su emo rock infantiloide.
Tokio Hotel, imagen sin talento
Agotaron entradas para su puesta de largo en el Madrid Arena y se repitieron los campamentos a pie de calle, con doceañeras que se tatuaban los nombres de su cantante en la frente e intentaban imitar su peinado, con dudoso resultado. Precisamente su cantante se puso malo (lástima) y cancelaron la actuación. Su legión de fans no despertó del mal sueño y se concentró en Plaza de España, en la puerta del hotel donde estaban alojados, para intentar en vano ver a los protagonistas de sus ingenuos sueños húmedos propios de la adolescencia. Cuando no hay talento la fama, como el tiempo, es efímera y seguro que dentro de un par de años se olvidarán de este grupo, renegarán de él, quitarán los posters de su habitación y sus discos tendrán la misma utilidad que un posavasos. A nadie le importará si Tokio Hotel se separan, se reúnen o emprenden proyectos en solitario. Nada que ver con las bandas de verdad, como The Cure.

The Cure, talento con imagen

Un ejemplo de como mantenerse en primea línea sin desviarse con banalidades mediáticas. No aparecen en televisión, apenas conceden entrevistas, tienen una media de edad de 48 años, pero calentaron a más de 25.000 personas en su última visita a la capital. Sus seguidores adolescentes, los mismos que en el instituto eran tachados de raros por emular la estética burtoniana de Robert Smith, han crecido y, a diferencia de lo que pasará con Tokio Hotel, no reniegan de ellos sino lo contrario, esa admiración se ha magnificado con el tiempo. Era la tercera vez que veía a los británicos, aunque la primera en Madrid (antes cayeron Benicassim y Santiago), y la experiencia volvió a ser épica. Tres horas de divertimento y emotividad donde los hits se sucedían uno tras otro. Boys don`t cry, Lullaby, Just like heaven, Lovesong, Friday I’m in love, In Between days, Killing an Arab... y algún adelanto de su imninente nuevo álbum, como A boy I never know o Freak Show.



En la conversación de vuelta a casa, también hubo tiempo para la nostalgia. Mis padres fueron de los primeros del bloque en comprar un video Beta y me pasaba horas grabando todos los videoclips que ponían en Tocata, Plastic o Video Mix (cuando la música interesaba en la televisión pública) que luego visionaba junto a mis vecinos en el salón de casa. Con diez años, para mí Robert Smith sólo era el “tío de los pelos raros”, ahora creo que es uno de los diez artistas más influyentes de la historia de la música británica. Hay está la diferencia entre una imagen sin talento (Tokio Hotel) y un talento con imagen (The Cure). Ya queda menos para disfrutar de su décimotercer disco de estudio. Paciencia.

lunes, 10 de marzo de 2008

Sin revolución en Eurovisión

Hoy lunes toca hablar de vencedores y vencidos. No me refiero a los resultados electorales, sino a Eurovisión 2008. Ese festival prestigioso años atrás y que actualmente se ha convertido en un escaparate de personajes delirantes, una revisión europea de la parada de los monstruos con la música como excusa e Internet como arma arrojadiza. Lejos quedan esas luchas mediáticas entre ilustres de la música ligera cañí por representar a nuestro país, más bien ahora sucede lo contrario y son los “grandes” quienes rechazan ir, obligando a los organizadores a buscar artistas debajo de las piedras y, en caso de no encontrarlo, optando por crearlos a través de formatos televisivos. Artistas de usar y tirar, que nacen y mueren con el festival y que sólo serán recordados por una canción, unos auténticos “one hit wonder”.

Como la fórmula televisiva también parece demasiado quemada, este año quisieron democratizar lo votos y cualquiera tenía la oportunidad de presentarse, superando los 700 candidatos repartidos entre eternos aspirantes a debutantes (D-Vine, Innata, Arkaitz), siliconadas divas de mercadillo (Sonia Monroy, Malena Gracia, Sonia Arenas), provocadores sin prejuicios (Calipo A, La Terremoto de Alcorcón), idealistas bizarros (Pajarraca) y profesionales que no querían dejar pasar la que, posiblemente, sea su última oportunidad (Coral, Mirela). Desmarcados de estas etiquetas se encontraban destacados de la escena indie nacional como L-Kan, La Casa Azul o Lorena C, a mi juicio, tres aspirantes que deberían estar en Belgrado. En tiempos de cambio ¿por qué no ofrecer algo diferente y de calidad?.


¿Qué pintan esos dos cachas con la radial?

Eurovisión huele a fritanga de chiringuito, a spanglish, a coreografía carcelaria, a maquillaje y lentejuelas. España ha seguido esta estética en los últimos años (Son de Sol, Las Ketchup, D-Nash) y ha hecho pocos menos que el ridículo. No ha nada que hacer porque, desde que en Europa somos tantos, los países hermanados (Rusia, Letonia, Grecia, Estonia, Rumania...) se votan entre años para que, al año siguiente, el festival tenga sede en su capital y aumenten sus ingresos turísticos. Sólo hay que repasar los ganadores de los últimos siete años y comprobar su proximidad fronteriza. Puesto que el NO ya lo tenemos, que vamos sabiendo que no ganaremos, ¿por qué no demostrar que España no es un país de pandereta y que sabemos hacer buena música?. ¿Por qué no aparcar los tópicos y mostrar nuestra modernidad?. ¿Por qué no premiar a artistas indie que llevan años currándoselo con un viaje a Belgrado con todos los gastos pagados?.

Antes de confirmar la participación de Lorena en el concurso tuve la oportunidad de hablar con ella en el programa (puedes escuchar su entrevista aquí) y creo que habría sido una más que digna representante, aunque tal vez la elección de Piensa Gay no haya sido la más acertada. Lamenté que los extremeños L-kan se quedasen a las puertas de la final, sus dos últimos trabajos son auténticos discazos y su aparición televisiva les habría permitido ser redescubiertos por muchos. El caso más doloroso es el de La Casa Azul.

En todo el tiempo que llevo haciendo radio he podido charlar con Guille en un par de ocasiones y es un tipo tímido, reservado, con esa sensibilidad propia del artista-creador, del músico romántico. Verse inmerso en este circo mediático no habrá sido fácil para el y, sí este país fuera medianamente normal, su arrebatadora La revolución sexual sería un superventas. Su puesta es escena es deliciosa y su sonido derrocha épica sin desmarcarse de las influencias J-Pop. Habría sido el embajador perfecto en tierras balcánicas pero la falta de criterio de los votantes lo ha impedido. No voy a hablar del Chiki Chiki, no quiero contribuir a esta inteligente estrategia promocional de La Sexta. Sólo diré que la primera vez que la escuche me hizo la referencia a Jacko y Robocop, la segunda escucha me empezó a saturar y a la tercera fui incapaz de oírla entera. Encima ahora tenemos que soportar al típico graciosillo que la lleva en el móvil y la pone en el metro, como diciendo “que tío más cachondo soy”. Un caramelo que se atraganta, un chiste que ha perdido la gracia, una broma que no ha sabido frenarse a tiempo y nos ha privado de vivir nuestra revolución sexual a la europea. Ya no queda ningún argumento para quedarse el sábado noche casa viendo Eurovisión.

martes, 4 de marzo de 2008

BOOK FASHION

Primera semana de marzo. Ya llegó la primavera y, con ella, los complementos. Olvidaros de las pulseras de cuero, los colgantes étnicos o las gafas de poli malo, lo que más se lleva es un libro llamado El niño con el pijama de rayas. Es mucho más ligero que cualquiera de Ken Follet y encima el diseño de su portada va con todo. Es ideal para llevarlo bajo el brazo mientras vas el metro, junto al bolso (estratégicamente situado para dejar entrever el título) cuando paseas por el centro… pero, lo mejor de todo, es hacer que lo lees mientras esperas a alguien y así, cuando llegué y te vea, pensará que eres una persona interesante y sofisticada.

Que conste que me confieso mal lector y leo menos de lo que debería, así que esta novela de John Boyne (que escrito así, me recuerda a mi abuelo cuando intentaba decir John Wayne) no la he leído y sería injusto criticarla. Lo que sí cuestiono es a todos aquellos devoradores de fast food literarios que se mueven por modas y van a terminar motivando a los editores para que exhiban sus libros en la sección de complementos del H&M en vez de en las estanterías de una biblioteca. El primer paso ya lo han dado, sacando una línea de ropa basada en la famosa novela. Sólo para mitómanos. Los que veneran este libro serán los mismos que irán al Rock in Rio a ver a Estopa y durante el concierto de Neil Young aprovecharán para hacer botellón. O que dicen que Tim Burton sólo “mola” a partir de Big Fish. O que Al Gore es un ejemplo a seguir por su lucha contra el cambio climático. O que se ríen con el perro de Padre de familia. O que se ponen una foto de Super Coco en la ventana del Messenger y resulta imposible chatear con ellos porque hay que descifrar cada sílaba entre múltiples iconos animados. He estado echando un vistazo a las opiniones de El niño con el pijama de rayas en los foros de Internet y aquí están, textualmente, las más suculentas:

Ola!!nuse si stos comentarios llegara a leerlos el autor pro si es asi pus mejor xq kiero k sepa k a acertado publicando ste
libro xq sta sindo un existo...akellos k dicen k s malo sera q no tienen ni dea dl tema...,a mi m lo regalaron x mi cumpleaños,y aora nos lo an mandao a tos los d la clase,q x cierto stamos ncantados con el!!!l final s impresionante io no imagine k acabara asi...pa akellos cafres k dicen k s malo solo tngo k decirles una cosa....si s malo xq va x la 15 edicion?¿a mi no m usta muxo la lectura pro dsd k lei ste libro soy una aficcionada...buno pus eso k l libro s una pasada...!!!!EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS a arrasado!!!!;-)
- Sólo le falta despedirse diciendo “¡Arriba Radikal, viva el tunning y el flamenkito!”.

oLa nO me GuSta mucHo LeeR peRo eSte LiibRO nOs le mandaRon en cLaSe ii nOsE es difeRente aLos demaS es mucHa peNa x eSOs niños JuDioS peRO os RecomiienDO LeeRLe xK de veRRdaD meRece la peNa ami me GusTo muxIsiiMo! PueS nada qe TraTa de La viida de una faMiiLia en dOnDe el PadRe de eSa famiilia eS un soLdadO.... ii nO pueDe veR a Los judIoS...ES muii impoRtanTe tambieN sabEr cOmO eS un campO ii Lo qe Se aCe aLLi eS ReaLmeNTe peNoSo!!

- ¿Quién inventaría eso de combinar mayúsculas/minúsculas?. Seguro que fue la misma mente perversa que diseñó el Laser Disc o el Mega CD.

Yo nunca e terminado un libro y este es el unico q me a interesado y lo e acabado para mi es muy way aber podido terminarlo xD.Aunque no me a gustado muxo el final me deja un poco con la intriga de q a podido ser de Bruno. pero lo lei tambien xq lo mandó el colegio y tenia q acer el examen pero si no, no lo ibiera ni visto este libro, pero me alegro de aberlo leido. Y e sacado un 8 en el examen es una vuena noticia no?xao bss
- Esta al menos es sincera. A juzgar por su bendita ortografía, no me extraña que nunca haya terminado un libro. Lo que me sorprende es que todos los profesores manden leer estos libros a sus alumnos… ¿qué ha pasado con Fray Perico y su borrico, Marcelo Crecepelos y otros libros de nuestra infancia ochentera?. ¿Es esa la reforma educativa que prometieron ZP y Rajoy en sus acalorados debates?.

Voy a ver a cuantas personas veo hoy por la calle con el libro, el récord está en 12 en una misma tarde, pero otro libro llamado Huérfanos del mal (curiosamente, también sobre el Holocasuto Nazi) está ganando terreno.