lunes, 27 de agosto de 2007

NORIAS DANDO VUELTAS SOBRE SÍ MISMAS

El mismo perro con distinto collar. Telecinco, la cadena líder de la televisión nacional, es especialista en vendernos lo de siempre con un nombre diferente. Ya lo hizo con Salsa Rosa y Dolce Vita y ahora repite, en la misma franja, con La Noria, el alfa y el omega de la casposidad catódica. Un motivo más para no quedarse la noche del sábado en casa.

Quienes me conocéis ya sabéis lo duro que soy con este tipo de formatos, e incluso que he llegado a rechazar ofertas para trabajar en alguno de ellos a pesar de los suculentos sueldos, pero posiblemente este nuevo espacio sea el más esperpéntico, amarillista y vulgar de todos cuantos se han hecho. Precisamente, por concentrar lo peor de todo y cada uno de ellos (Está pasando, TNT, Aquí hay tomate, Hormigas blancas…) en un mismo formato. En resumen, un mastodóntico híbrido de cinco horas en directo que, más que a refrito, huele a fritanga de chiringuito playero.
En verano es frecuente abusar de la comida congelada pero no tener que cocinar, y eso es justamente lo que han hecho en Telecinco. Han abierto el congelador y han sacado a todos los que, merecidamente, estaban allí refugiados. Vamos, que Walt Disney se habrá quedado solito muerto de frío en su cámara frigorífica tras la espantada de Terelu, Urdaci, Calabuig y Diego Arrabal, a.k.a. "El Monaguillo" (en otro post explicaré de donde surge su apodo, pero no es por santo precisamente). Todos ellos bajo la batuta del perfecto maestro de ceremonias: Jordi “Scarface” González. Un experto en batacazos (Díselo a Jordi, La casa de tu vida 3) que, a este paso, va a acumular más fiascos que Máximo Pradera y Carolina Ferre juntos.

Vamos con las secciones, que sin duda es lo más decadente de La Noria. En un alarde de originalidad, todo comienza con un debate de colaboradores sobre temas de actualidad. Pero lo que ellos entienden por actualidad no son los juicios del 11-M (para eso ya está El Mundo) ni la Guerra de Irak (para eso ya está El País), sino la novia stripper de Paquirrín o la boda del padre de Jesulín de Ubrique. Noticias más propias de un programa de humor que de un informativo (esto no huele a TNT, A tu lado y demás, ¿verdad?) A modo de duelo medieval, da comienzo la sección más apasionante: Debate de las Dos Españas. El título lo dice todo, posturas ideológicas enfrenadas en una lucha encarnizada para ver quien grita más alto. La excusa perfecta para despertar viejos fantasmas del pasado y no mirar hacia el futuro. Así nos va.

Aunque para fantasmas (además de los colaboradores) la sección denominada Nostalgia. Se trata de una versión comprimida de Hormigas Blancas donde repasan los hechos ocurridos hace un año en la vida de personalidades (supuestamente) relevantes. Ellos hablando de La Campanario nosotros pendientes de si sale el "Chinese Democracy" de una vez. Como en todo programa de semejante calaña, no podía faltar la entrevista a un personaje de actualidad. Como estaban de estreno, tiraron la casa por la ventana contando con la presencia de los McCann, los padres de la desaparecida Madelaine. Lo último que quiero es mofarme del dolor de unos padres, pero creo que no soy el único que piensa que se está haciendo un circo televisivo semejante al protagonizado por Pepe Navarro con las niñas de Alcasser y ellos se están prestando. A lo mejor si en vez de irse de cena con los amigos y dejar a la niña sola en casa se hubiesen quedado cuidando de ella y viendo la televisión (aunque fuese La Noria) todo esto se habría evitado. No crítico el fondo, pero si las formas, y creo que muchos se están enriqueciendo a costa de comercializar con el dolor (debe ser que a Telecinco le salió muy rentable lo de la hija de Albano y quieren repetir estrategia).

Así concluyen cinco horas más difíciles de digerir que la versión extendida de "Novecento". Más pseudoperiodismo soez y sensacionalismo hiriente. Pan y circo para mentes narcotizadas. Y en toda la semana, no hay ni un solo minuto dedicado a la música, ni siquiera en la televisión pública. Esta debe ser la única noria en la que vomitas sin necesidad de subirte en ella.